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Aulas Multiétnicas. En el centro de primaria Pompeu Fabra de Reus, el 80% del alumnado es de origen marroquí y en sus pasillos la mezcla de lenguas es casi una Torre de Babel. |
Los maestros las ven bien mientras sean temporales.
Quieres hablar de la noticia bomba”. Así, tajante, empieza Mercè Represa, directora de la escuela Rosa Sensat de Reus, del barrio Sant Josep Obrer, con más del 50% de inmigrantes en sus aulas, a valorar el plan piloto del Departament d’Educació para crear centros de acogida temporal para alumnos inmigrantes. Reus, con una tasa de inmigración del 15%, es junto a Vic una de las dos localidades escogidas para iniciar el plan el próximo curso.
En las escuelas de la capital del Baix Camp ayer no se hablaba de otra cosa. “Parece que somos el país de los experimentos”, advirtió Represa. Lo que sí han probado en los centros reusenses es la concentración en unas pocas escuelas de elevados índices de inmigrantes. En una aula de P3 del Pompeu Fabra, 19 de los 25 alumnos son inmigrante. “Ni los niños entienden a la maestra, ni la maestra a los niños”, razona su director, Josep Graell. Necesitarán un par de años para aprender a comunicarse con fluidez, añade.
Aquí saben que la llegada de alumnos de fuera, tras iniciarse el curso, perjudica el nivel de toda la clase. En los pasillos del CEIP Pompeu Fabra, o en la hora del patio, varias lenguas se mezclan casi a modo de Torre de Babel. El 82% del alumnado de este centro, en uno de los barrios del casco viejo, es de origen inmigrante.
La mayoría de docentes y directores de escuela destacan que casi conocieron que Reus sería una de las ciudades donde se implantarían los centros de acogida a través de los medios de comunicación. Por lo que saben hasta ahora, uno de sus principales miedos es que el plan favorezca la segregación. “Hemos luchado mucho por la integración, para que no se creen guetos”, advierte la directora del Rosa Sensat. Su homólogo en el Pompeu Fabra añade: “No parece muy integrador que estén en un centro a parte, no tendrán contacto con otros niños”.
El plan prevé que los alumnos inmigrantes que lleguen cuando el curso ya esté empezado (matricula viva) , y en función de sus necesidades educativas, vayan a estos espacios a adquirir recursos lingüísticos y a familiarizarse con el nuevo sistema educativo. No todos los alumnos de matrícula viva irán a esas aulas, sólo lo harán aquellos que lo precisen, de acuerdo con los padres y con las oficinas de escolarización. Los que vayan a estas subaulas también estarán en contacto con el centro que les corresponde.
En pocas escuelas como en la Pompeu Fabra de Reus saben mejor lo que supone el goteo continuo de alumnos de otros países con el curso empezado. Se ralentiza el ritmo, se baja el nivel general de la clase y se reducen los contenidos pedagógicos. En el Rosa Sensat, ayer mismo llegó una alumna rumana y otro marroquí. Durante un tiempo, alternarán la clase, de 5º de primaria, junto al resto de sus compañeros, con una de las dos aulas de acogida, donde pasarán de dos a tres horas diarias, haciendo clases sobre todo de lengua.
En las escuelas coinciden en que el resultado es bueno, que permite a los recién llegados aprender con mayor rapidez lo básico para comunicarse, sin perder el contacto con sus compañeros. En este sentido, los docentes consideran que, si los nuevos centros de acogida recogen esta filosofía, siempre con temporalidad, podrían ser una buena ayuda.
El alcalde, Lluís Miquel Pérez (PSC), quiso hacer hincapié en la temporalidad de los nuevos centros, en ningún caso escuelas segregadas. “Si fuera así, el Ayuntamiento de Reus abandonaría la experiencia piloto”, advirtió.
Múltiples iniciativas para facilitar la integración.
La integración de los inmigrantes y de sus hijos ha sido una preocupación constante en Alemania en las últimas décadas, en particular debido a la complejidad del idioma.
Las autoridades son conscientes de que cualquier solución pasa por el aprendizaje de la lengua en la escuela. La estructura federal del país dificulta este aprendizaje.
Las competencias en educación pertenecen a los länder, o estados federados, lo que supone que en el país no haya una política unitaria. Así, cada estado federado busca su vía sin que ninguno haya dado con la fórmula ideal. Algunos, como Hesse, plantearon en su día soluciones drásticas, como aceptar en la escuela sólo a los alumnos con un nivel suficiente de alemán y adoptó una ley para obligar a los hijos de inmigrantes a seguir un curso de alemán de nueve meses antes de escolarizarse.
En la ciudad estado de Berlín, por ejemplo, es obligatorio un curso intensivo de alemán para los inmigrantes, y las escuelas ofrecen además clases complementarias de alemán como segunda lengua. Y en los barrios de mayor población inmigrante, como Neukölln o Kreuzberg, hay escuelas que usan el método de dos profesores. Pero se trata de centros educativos en los que el 80% o más del alumnado es extranjero o de origen foráneo.
No obstante, fuentes del Gobierno federal precisan que “hay un consenso tácito sobre la necesidad de facilitar clases complementarias de alemán en el mismo centro a los niños que acaban de llegar al país, para facilitar su integración”.
Por otra parte, actualmente está encima de la mesa una iniciativa para hacer un test de conocimiento del alemán a los niños antes de ingresar en la escuela. Si el resultado es negativo deberán seguir un curso antes de incorporarse al sistema educativo. El objetivo es intentar acabar con los guetos y facilitar la integración en el país.
Los maestros dedican más horas a los niños con problemas de comunicación.
En una de cada 20 escuelas primarias de Inglaterra los niños que hablan inglés como primera lengua se encuentran en minoría. Pero el gobierno laborista ha descartado la posibilidad de clases separadas para los hijos de inmigrantes hasta que dominen el idioma, al considerar que sentaría un peligroso precedente discriminatorio y a la postre resultaría contraproducente. La solución consiste en suministrar fondos adicionales a los colegios públicos más afectados por el problema para que los maestros dediquen más horas a los pupilos con problemas de comunicación, y les hagan una inmersión en inglés. Sin embargo, una cosa es la teoría y otra la práctica.
En el sistema inglés existe el concepto de “niños con necesidades educativas especiales” –que van desde problemas de atención a minusvalías físicas o mentales, pasando por dificultades de expresión o idioma, o el trauma psicológico de haber vivido guerras y situaciones de conflicto–, y para lo que existe toda una serie de mecanismos dirigidos a que reciban una formación persona
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