Miguel González. Fuente foto el correo digital

El último sondeo de Ikuspegi, el Observatorio Vasco de Inmigración, constató esta semana que la imagen de los extranjeros ha vuelto a empeorar un año más, aunque los ciudadanos autóctonos no los contemplen como un problema. Para el nuevo director de Inmigración del Gobierno vasco «el mensaje que hay que transmitir no es de alarma», pues la sociedad vasca no ha cambiado sustancialmente su opinión en este terreno, sino que manifiesta «pequeñas tendencias que ahora debemos analizar». «Prejuicios sociales han existido siempre contra muchos colectivos -prosigue Miguel González-. Contamos con ello, pero ahora debemos construir una ciudadanía inclusiva, de manera que personas de diferentes culturas se reconozcan en un "nosotros" común, con iguales derechos y obligaciones».

-¿La recesión está afectando a la visión del fenómeno migratorio?

-No me atrevería a afirmarlo. Parece que la crisis nos sirve para explicar todos los fenómenos sociales. No creo que exista un vínculo claro entre la situación económica y los resultados del barómetro de Ikuspegi. Hay más factores en juego, como el propio aumento de la población inmigrante... Muchas veces, la gente repite lo que se dice y luego se genera una espiral de opinión que hay que interpretar sabiendo lo que realmente significa.

-¿En esa "espiral de opinión" no hay que incluir la opinión extendida de que la inmigración ha aumentado la inseguridad ciudadana? La mitad de los vascos piensa así.

-Los estereotipos están muy arraigados, pero hay que contrarrestarlos con datos, con la realidad. Y también con la convivencia en el barrio, que es lo que desmonta los prejuicios sobre los inmigrantes.

-Pues en Euskadi ya existen barrios "etiquetados" como de extranjeros.

-La respuesta debe partir de la planificación urbana, la vivienda, la educación, los servicios sociales, los transportes...

-Hace un año, los empresarios vascos decían que necesitaban trabajadores foráneos por falta de mano de obra local. Desde entonces el paro se ha duplicado en Euskadi. ¿Remitirá el flujo migratorio?

-Tiene su propia lógica: la laboral, la falta de perspectivas en el lugar de origen... También inciden las redes familiares y sociales. Los inmigrantes vienen con un contacto, con una dirección de un piso, con algo apalabrado... Algunos salen por la puerta de su pueblo y directamente tocan el timbre en otra puerta de Bilbao.

-¿Qué opina de los planes del Gobierno central para incentivar el retorno de extranjeros a sus países?

-Los datos dicen que ese programa no ha funcionado. No quieren regresar porque saben que les va a costar mucho volver. Se habla de la migración circular, de ida y vuelta. Pero si facilitas lo primero y no lo segundo... Además, si regresas a tu país con tus ahorros y compruebas que siguen sin existir posibilidades de desarrollarte...

Asimilación

-Las instituciones vascas han defendido que los inmigrantes se integren sin abandonar sus costumbres. Pero la población local tiende a exigir cada vez más que se adapten a las costumbres locales, el modelo de asimilacionismo francés.

-La integración es bidireccional. Exige un esfuerzo a la persona que llega. Creo que eso es evidente para cualquiera que haya vivido algún tiempo en el extranjero. Pero la sociedad de acogida no es impermeable a las nuevas realidades. Si analizamos nuestra cultura, nos damos cuenta de que está en permanente cambio, de que en los últimos años se ha nutrido con las aportaciones de grupos cuyos orígenes son diversos. Nuestras costumbres, nuestra forma de ver la vida, nuestros valores no son los mismos que hace veinte años. Y tampoco serán los mismos dentro de quince.

-Pero, a pesar de ello, ¿no es cierto que las tesis del asimilacionismo están ganando terreno?

-La cuestión es que si se optara por la asimilación, que no es el caso, ¿qué entendemos por costumbres locales? ¿Cuales son, por ejemplo, las tradiciones francesas? ¿Se puede entender la cultura francesa de hoy sin la aportación de Argelia o del África subsahariana?

-En cualquier caso, los extranjeros tienen obligaciones.

-La acogida a los inmigrantes se realiza en nombre de valores universales de justicia y derechos humanos. Esos valores están en la base de la ciudadanía y son innegociables. Lo lógico es que ni a los inmigrantes ni a ningún otro grupo social se les permitan prácticas que los conculquen.

-El anteproyecto de Ley de Extranjería del Gobierno central endurece el tratamiento de la inmigración en cuestiones como el internamiento de los "sin papeles" y las restricciones al reagrupamiento.

-Es un tema que nos preocupa. El segundo borrador ha incorporado mejoras, ha "cepillado" algunos aspectos complicados. Pero todavía hay margen para profundizar.

 

 

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