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Multicultural Camareros chinos en el bar Bretón, lugar de tapas en un ambiente taurino, el sábado. Foto: SANTIAGO BARTOLOMÉ. |
● La capital catalana será una de las ciudades que más se implique en el año europeo del diálogo intercultural.
● Hay previstos 195 actos, como debates y exposiciones
¿Alguien se imagina un templo de las esencias taurinas como el bar Bretón, junto a la Monumental, dirigido por comerciantes asiáticos que sirven tapas entre fotos de toreros? En Barcelona, sí.
Historias como esta --cada vez son más frecuentes en la ciudad-- son la plasmación real del espíritu que envuelve al programa municipal Barcelona Diàleg Intercultural, que hoy se presenta en público. Enmarcado en el año europeo del diálogo intercultural, se desarrollará en lo que resta de año a través de 195 actos (debates, exposiciones, conferencias y encuentros festivos), que convertirán Barcelona en una de las ciudades de la UE que más se implicará.
"No es por casualidad, ya que aquí hace años que se trabaja en pos de la interculturalidad, un modelo de integración a caballo entre el anglosajón y el francés", asegura el delegado municipal de Cultura, Jordi Martí, invitado por EL PERIÓDICO el pasado jueves a una mesa de reflexión sobre el programa. En el encuentro participaron también Ricard Zapata, miembro del consejo asesor del programa, y Dani de Torres, comisionado del alcalde para la inmigración.
Según este último, Barcelona ha abierto "en muy poco tiempo" la reflexión sobre el equilibrio entre "diversidad y unidad". "Tenemos a favor las políticas ejecutadas en los últimos años, como las urbanísticas, que han promovido la actual mezcla de culturas de Ciutat Vella, han dignificado el espacio público para su uso colectivo y han mejorado los barrios degradados", explica.
Tras la crisis del modelo anglosajón multicultural (todos son bienvenidos, pero no hay un intercambio real entre los diferentes grupos) y el asimilacionista de Francia (el recién llegado debe adaptarse a la cultura de acogida), Zapata defiende un nuevo concepto: "Se podría definir como un modelo basado en la acomodación. Es decir, los que llegan modifican el contexto que les recibe y éste los modifica, a su vez, a ellos. Ese doble proceso, que se vehicula a través del diálogo intercultural, acaba enriqueciéndolos a todos". "El programa no será una fiesta de la diversidad, sino del cruce e intercambio entre los que forman esa diversidad", añade.
De Torres reconoce que la mezcla cultural genera "conflictos", pero también "favorece la creatividad", lo que redunda en nuevas oportunidades. "Todas las culturas autóctonas se acaban formando a través de intercambios. Convivir no es vivir en el mismo lugar, sino vivir juntos. Y eso no es perder, sino ganar, además de ser la mejor garantía para la pervivencia y proyección internacional de la cultura que acoge", asegura Martí.
Comparación con la rumba.
El delegado pone como ejemplo de la tradición barcelonesa por la "mezcla y la interacción" el de la rumba catalana. "Cuando se habla de inmigración, el debate se centra demasiado en los aspectos económicos o lingüísticos, pero la escuela y la lengua no deben ser los dos únicos instrumentos de integración", añade De Torres.
Zapata espera que el año europeo "legitime" el proceso iniciado en Barcelona. El otro objetivo es de puertas adentro. "El programa está pensado para los barceloneses. Trabajaremos la interculturalidad haciendo valer la autoridad administrativa del consistorio para fomentarla entre los ciudadanos", asegura Zapata.
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