1. Para empezar, es interesante recoger la propuesta de W. S. Howell (1982). No está orientada específicamente a la competencia intercultural, pero remarca aspectos que le son propios. Este autor habla de cuatro fases: la incompetencia inconsciente, la incompetencia consciente, la competencia consciente y la competencia inconsciente. El caso de la interculturalidad implica una parte de conocimiento, pero ante todo, el trabajo con lo emocional. Es por eso por lo que en su caso no se desarrolla la competencia intercultural hasta que no se alcanza ese nivel de competencia inconsciente.
2. Bennett (1986) describe posiblemente uno de los modelos más interesantes. Distingue entre una primera etapa etnocentrista y una segunda etnorrelativista. La primera etapa consta de tres fases, por orden cronológico: la negación, la defensa y la minimización. Como puede observarse, en esta primera etapa, el sujeto reacciona ante el otro siempre desde su propia perspectiva. La etapa etnorrelativista consta de tres fases: la aceptación, la adaptación y, finalmente, la integración. Alcanzado este último momento ya puede decirse que un individuo ha desarrollado completamente su competencia intercultural.
3. Isabel Iglesias (2010) propone unas fases de desarrollo de la competencia intercultural muy claras que comienzan por un encuentro intercultural (yo ante el otro) en el que el individuo “con frecuencia, refuerza las posiciones intolerantes”. A partir de esa situación multicultural, se iniciaría un proceso de construcción de la interculturalidad que pasaría por el choque intercultural (yo contra el otro), en el que el individuo establece toda una serie de comparaciones entre su cultura y la ajena. Seguidamente, esta autora habla de la fase de aprendizaje cultural (yo y el otro), en la que el individuo se hace consciente de sí mismo y del otro. El proceso finaliza con la comunicación intercultural (yo con y desde el otro) y el desarrollo de “una identidad intercultural que nos permite reconocer que los valores de nuestra cultura no son únicos”.
4. Finalmente, una última aportación personal al tema, que puede resultar igualmente esclarecedora. La primera etapa de la competencia intercultura se caracteriza por un estado en el que el sujeto sólo es capaz de imaginar al otro y, de igual modo, a sí mismo. En este periodo, el individuo no tiene más guía que sus estereotipos y prejuicios para juzgar los encuentros multiculturales. En un segundo momento, el sujeto tiene que plantearse su propia identidad (pensar el yo). El encuentro con el otro le ha interrogado y es imprescindible que ahónde en su identidad y sus pertenencias. A continuación, el individuo avanza hacia una etapa en la que debe repensar al otro para formarse una idea más real y menos basada en sus prejuicios y estereotipos. Conociéndose a sí mismo y conociendo al otro, entonces el individuo ya puede saltar a la fase de la comunicación intercultural (construir el nosotros).
