Será también el último centro de culto de Bilbao que abra
sus puertas en los bajos un edificio de viviendas. La nueva regulación
que prepara el Ayuntamiento lo prohibirá para evitar que se repitan
protestas vecinales como las que se desataron en Pablo Alzola -donde no
se llegará a abrir la mezquita- y, en menor medida, en Concepción. En
este caso hay un recurso judicial pendiente de resolución. La comunidad
de propietarios situada enfrente sostiene que el proyecto «contraviene
la normativa urbanística» porque la reforma del local, un antiguo
taller, «va más allá de lo permitido» en un edificio que está en fuera
de ordenación diferida.
La comunidad Alforkan, que va a trasladar a Concepción el
oratorio de la calle Cortes, asegura que una mezquita «no molesta a la
gente». Al contrario, «ayuda a la convivencia y a estar dentro del
barrio para apoyar a los vecinos», afirma el presidente de la
agrupación, Rashid El Moutiaf. Ahora espera demostrarlo en el día a día.
«Estamos preparados para evitar conflictos, hoy hemos hecho las pruebas
de sonido», comentaba ayer mientras supervisaba los preparativos. El
aislamiento acústico fue la principal exigencia del Ayuntamiento, junto a
la apertura de una salida de emergencia además de las dos vías de
acceso. La llamada a la oración deberá quedar entre estas paredes.
La solicitud de apertura se presentó hace dos años -en
mayo de 2010- y dio muchas vueltas. La comunidad incluso se planteó ir a
los tribunales por el retraso acumulado, pero hoy da por buena la
espera y el coste de las obras, 130.000 euros. «Ha merecido la pena. Es
la mejor de Euskadi», sentencia Rashid El Moutiaf. En la sala de oración
se respiraba ayer un ambiente especial, mezcla de edificio en obras y
lugar santo. Desde que se colocó la alfombra, en tonos grises y dorados,
todo el mundo se descalza para entrar, aunque aún no se han estrenado
los aparadores para dejar los zapatos. Ayer casi todo eran zapatillas y
chanclas con restos de pintura.
En la parte trasera habrá una zona reservada a las
mujeres y junto a las columnas, estanterías con ejemplares del Corán. El
templo también tendrá una biblioteca. Mientras los promotores se afanan
con los retoques -trabajarán también esta mañana, ya que la mezquita se
abre por la tarde- dos hombres con chilaba entran a rezar. Se postran
ante el "mihrab" orientado hacia La Meca -todavía desnudo, quizá más
adelante luzca alguna decoración- ajenos al trajín que les rodea. Luego
uno se levanta y recita, o más bien canta, versos del Corán que resuenan
por los altavoces. «Gracias a Dios. Dios es solo, es único, me indica
el buen camino», traduce Rashid. Después del Ramadán, la comunidad
organizará una inauguración a la que invitará a los vecinos y los grupos
políticos municipales.