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La alumna mediadora, identificada con la camiseta naranja, atiende a las partes tras un conflicto en el patio. |
El colegio de Las Bayas pone en marcha la figura del alumno mediador para que los niños sepan resolver sus problemas entre ellos.
El colegio Mestre Narciso Merino de Las Bayas ha puesto en marcha una iniciativa más bien propia de institutos que de centros de Primaria y que apuesta claramente por una convivencia pacífica ahora y en el futuro. Aunque se caracteriza por ser un centro nada conflictivo, sus responsables han querido dotarse de la figura del alumno mediador, un modelo que fomenta entre los niños la resolución de conflictos mediante la negociación y el acuerdo mutuo. La experiencia está resultando más que positiva en todos los sentidos.
J. M. GRAU E l patio y el comedor del colegio de Las Bayas es igual al de cualquier otro centro de Primaria salvo por un pequeño detalle. Si nos fijamos encontraremos, en esos periodos donde los niños no están en el aula pero continúan en el recinto escolar, a unos alumnos que se distinguen por una camiseta naranja. En total son 8, dos por cada curso que va desde tercero hasta sexto de Primaria. Son los alumnos mediadores.
Ellos son los encargados de actuar en primera instancia cuando un niño es agredido, insultado o acosado por otro u otros compañeros. Su obligación es intervenir, pero no para ponerse a favor de una de las partes y en contra de la otra, sino para que arreglen sus diferencias y la cuestión no vaya a más. Su forma de actuar es totalmente neutra y su función pasa por apostar que las partes dialoguen, sean conscientes de lo que ha ocurrido y que lleguen a una solución pacífica.
En concreto, el alumno mediador escucha a una parte y luego a la otra por separado. A continuación se les junta para que dialoguen y piensen. En ocasiones, la resolución del conflicto no se da de manera inmediata porque el niño no colabora. Entonces, alguna de las partes necesita varios días para asimilar lo ocurrido hasta que al final se da cuenta, en la mayoría de las ocasiones, que lo mejor es arreglar las cosas de una manera ordenada.
En el peor de los casos, el caso pasa al tutor, al adulto, que intenta realizar un trabajo similar al del alumno mediador pero con la misma filosofía.
Joaquina Poveda, coordinadora del proyecto de resolución de conflictos, explica que después de cuatro años trabajando con la Concejalía de Cooperación en una educación por valores, faltaba por tratar la cuestión de la convivencia y la resolución de conflictos a través de la mediación.
«Es un reto hacerlo en Primaria», explica la profesora, quien matiza que ya hay alumnos mediadores en institutos, donde se dan los mayores conflictos, pero casi no se conoce que existan en los colegios.
Tras consultar la idea con el claustro y el consejo escolar, este curso se ha puesto en marcha esta iniciativa donde los alumnos mediadores son elegidos por los profesores y también por sus compañeros por presentar un perfil determinado.
Poveda explica que «son dos chicos y seis chicas y se les instruye en las técnicas de mediación pero de una forma muy suave. Básicamente les enseñamos cuatro técnicas». Estas técnicas se basan en escuchar activamente a las partes; empatía, ponerse en el papel del otro; repetir las argumentaciones sin menospreciar al otro; y mantener una actitud siempre pacífica. Además, los mediadores registran los conflictos a los que asisten y cada dos semanas los ponen en común con la coordinadora.
La coordinadora asegura que este trabajo es bueno porque cuando pasen al instituto llevarán un bagaje previo de cómo actuar y solucionar los problemas.
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