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Fuente foto: www.webislam.com |
Estigmatizar a un colectivo tan vulnerable como el de los menores no sirve para combatir la delincuencia.
En las últimas semanas se han multiplicado las informaciones en ciertos periódicos, firmadas por periodistas que acostumbran a asociar inmigración y delincuencia, que culpan abiertamente a los jóvenes magrebíes de un supuesto aumento de la inseguridad ciudadana. Se les responsabiliza de un supuesto repunte de robos con intimidación en la Aste Nagusia de Bilbao, y se les identifica como el perfil tipo de los delincuentes detenidos en las últimas operaciones policiales en Donostia.
Estas noticias se basan, más que en datos oficiales y rigurosos, en el relato de policías concretos que desatienden la recomendación del Ararteko emitida en 2004 de no facilitar a la prensa el origende las personas detenidas para no alimentar la xenofobia.
Según el último estudio de Ikuspegi, más de la mitad de la población piensa que la llegada de inmigrantes afecta negativamente a la seguridad ciudadana. No es raro que, ante noticias que describen a jóvenes magrebíes abofeteando a chavalitas o asaltando a ancianas para robarles su collar (cito textualmente lo publicado en cierto medio de gran tirada), buena parte de la ciudadanía interiorice que estos chicos son, per se, delincuentes potenciales y, además, de la peor calaña.
¿Aportan esas crónicas caricaturescas algo más que reforzar los prejuicios y estereotipos xenófobos? En SOS Racismo tenemos claro que no. Además, contrastan con informes serios como el publicado recientemente por el Departamento de Justicia, según el cual,menos del 8% de los menores infractores son inmigrantes de origen magrebí.
Estigmatizar a un colectivo tan vulnerable como el de los menores extranjeros solos no sirve para combatir la delincuencia sino todo lo contrario. Porque racializar los problemas sociales supone distorsionarlos, y no se pueden plantear soluciones efectivas basadas en lecturas erróneas. El dato de ser joven y magrebí no explica nada; sólo refuerza el esquema maniqueo que opone un nosotros (autóctonos víctimas de agresiones, aunque no sabemos cuántos magrebíes son víctimas de atracos) a un los otros homogéneo y amenazante (inmigrantes, o sea delincuentes potenciales).
En todo caso, lo que pudiera explicar una sobrerrepresentación de este colectivo en las estadísticas de delincuencia es la situación de grave exclusión social que sufre. No nos cansamos de repetir que una política de acogida integral que garantice los derechos básicos de los menores mientras están tutelados por las diputaciones y que no se interrumpa bruscamente al alcanzar la mayoría de edad es la mejor forma de prevenir conflictos.
El programa foral vizcaíno de emancipación Mundutik mundura deja fuera a un buen número de chavales; tantos que también el programa Hemen promovido por las ONG para llenar ese vacío se encuentra desbordado. Es decir, dado que la Diputación incumple sus obligaciones como tutora legal de estos jóvenes, muchos quedan de la noche a lamañana en la calle, sin papeles, sin trabajo, sin habilidades básicas para iniciar un proyecto de vida autónomo y sin referentes adultos en los que apoyarse.
Las lecturas simplistas basadas en prejuicios xenófobos no hacen sino dinamitar la convivencia, algo que nos perjudica a todas y todos. En primer lugar, al colectivo inmigrante, cada vezmás estigmatizado y discriminado. Pero también a la población autóctona, ya que el miedo y la desconfianza limitan el bienestar de las personas. Y en última instancia, dejarnos llevar por esos discursos nos alejan de la raíz de los problemas reales que afectan al conjunto de la sociedad, incluida la delincuencia.
SOS Racismo-Bizkaiko SOS
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