Cine de Legorreta. Foto: Ainara García.

Los responsables del centro y agentes sociales organizaron ayer una fiesta para celebrar este exitoso proceso.

JORGE NAPAL. Los conflictos protagonizados por menores extranjeros eclipsan la integración del resto, mientras la Diputación insiste por activa y por pasiva en que el proceso de adaptación es patente en el 90% de los 180 chavales que actualmente atienden los servicios forales. En este contexto, los diez menores acogidos en el centro Gain-Eder de Legorreta, que abrió sus puertas hace medio año, se han convertido en un ejemplo visible de esa plena integración.

El alcalde de esta localidad, Iñaki Oiarbide, se expresa en un tono alejado del habitual para referir su experiencia. Reconoce que cuando les anunciaron que se iba a abrir un centro se dispararon los temores debido a la alarma social existente. Pero ha sido suficiente medio año para que el miedo quede disipado. “Los chavales afrontan un proceso de integración imparable. Podríamos limitarnos a acogerlos y ya está, pero estamos viendo que es posible su integración en la vida de la localidad”  resaltaba ayer Oiarbide antes de dar comienzo a una fiesta con la que celebraron el exitoso encaje de los diez chavales.

CONVIVENCIA Y ADAPTACIÓN

Esta buena experiencia contrasta con la preocupación que muestra en los últimos días la Diputación, al observar un “rechazo social creciente” hacia las minorías entre buena parte de la sociedad guipuzcoana, un diagnóstico que de ningún modo comparte sobre un fenómeno protagonizado por un 10% del colectivo.

Aunque el de Legorreta no es el único caso, ya que en otros municipios guipuzcoanos que acogen centros de estas características reina la convivencia, la adaptación aquí parece estar saliendo a la perfección.

Se trata de un centro en el que existe una implicación importante de todos los agentes sociales del entorno, con el fin de reducir a la mínima expresión el estigma que salpica al colectivo. Nada mas abrir este inmueble, se constituyó el grupo de trabajo BATA, integrado por responsables del propio centro, concejales, técnicos del Ayuntamiento, de la Diputación, de la Agencia de Desarrollo Comarcal del Goierri (Goieki), padres, profesores de Ugaro Herri Eskola así como miembros del Gaztetxe.

El grupo de trabajo se reúne cada mes y medio. “En la primera parte de los encuentros nos dedicamos a repasar el comportamiento que están teniendo los chavales y si se van integrando. Hacemos un seguimiento muy pormenorizado”, resalta el máximo regidor del municipio.

Para el director de Infancia y Juventud de la Diputación, José Ignacio Insausti, lo más destacable es abrir los ojos a esta otra realidad. “Hay un grupo importante de menores que llevan en Gipuzkoa una vida totalmente normalizada sobre los que no se habla nada. Ellos ponen en valor elmensaje que hemos estadomanteniendo”, asegura.

La implicación tan directa con los chavales de esa amplia red social de Legorreta está permitiendo, además, que surjan un sinfín de iniciativas para estos menores. “Les encanta jugar a fútbol, y a los dos meses de estancia aquí ya empezamos a organizar partidos”, explica Oiarbide, en relación a un proceso en el que están tomando protagonismo los miembros de la Asociación de Padres y profesores, pero, en especial, los integrantes del Gaztetxe, que tienen muchas aficiones comunes con los diez chavales acogidos, procedentes de Tánger.

El Cine Municipal de Legorreta se convirtió ayer en escenario de una nueva iniciativa con el fin de que los vecinos de la localidad y su entorno conozcan de cerca la realidad social de la que proceden los menores acogidos. El cortometraje Maldita calle, historia narrada “a través de la mirada de los propios chavales que viven en la calle”, les acercó aún más a esa realidad.

Tras la proyección intervinieron dos de los menores de Legorreta. Los chavales, que han aprendido algunas palabras en euskera para la ocasión, estaban que no cabían en sí de gozo, confesaron los responsables del centro. El director de Infancia de la Diputación asistió al acto para demostrar su gratitud a la localidad por la “gran labor” que está realizando en la integración.

 

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