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En los últimos años, los importantes cambios tecnológicos y sociales, han llevado a pensar la modernidad desde un nuevo paradigma: la globalización.

El escritor y educador canadiense, Marshall McLuhan, llamó “aldea global”, al “fenómeno de interrelación de los habitantes del planeta, por la cual, la población mundial forma una sola comunidad. Todas las novedades, incluidos los valores, las ideas y los adelantos científicos y culturales, trascienden las fronteras a través de los medios de comunicación, los libros, la música y el cine. El turismo intercontinental está en auge y el inglés se convirtió en un idioma casi universal”.

Pero así como la homogeneidad globalizadora estandarizó muchos de los productos culturales de los distintos pueblos, la pobreza arrasó con los países del tercer mundo y produjo una gran ola de inmigraciones en busca de nuevas oportunidades. Este proceso, produjo que los ritos , hábitos y costumbres de las distintas culturas que ahora estaban conviviendo en una misma sociedad se encontrasen y relucieran frente a la oferta de mercado cultural homogeneizado propuesto por el capitalismo.

Este acontecimiento hizo que los estudiosos se empezaran a preguntar como combatir en primer lugar las condiciones miserables en las que los inmigrantes estaban viviendo, la desigualdad y la falta de derechos y por otra parte buscar la forma de que la cultura dominante y mayoritaria sea tolerante con la diversidad cultural que se presentaba y logre integrarlos. Es en este momento en donde se incorporan los términos: diversidad cultural , interculturalidad y multiculturalidad.

“Hablar de interculturalidad es, sacar a la luz muchos de los conflictos que existen en nuestras sociedades, es aceptar que hay diferentes culturas y que no todas tienen el mismo reconocimiento y poder, explica Jurjo Torres, autor del libro “Educación en tiempos de neoliberalismo”

Este reconocimiento de la diversidad obliga a cuestionar las desigualdades y todo tipo de consecuencias que ellas traen (pobreza, discriminación, racismo, xenofobia, etc.). Estas son razones suficientes para cuestionar las estructuras que permiten que haya dominación de una cultura sobre otras consideradas inferiores, y sobretodo para tener en cuenta la interculturalidad para crear un proyecto a futuro de sociedad plural.

En este contexto, creo que la escuela y la educación tienen un rol fundamental en lo que es el forjar los valores y la ética ciudadana y el generar espacios de discusión que ayuden a entender la interculturalidad como un desafío, como un proceso que busca establecer el diálogo e intercambio equitativo en una sociedad plural.

” Además de ser una meta por alcanzar, la interculturalidad debería ser entendida como un proceso permanente de relación, comunicación y aprendizaje entre personas, grupos, conocimientos, valores y tradiciones distintas, orientada a generar, construir y propiciar un respeto mutuo, y a un desarrollo pleno de las capacidades de los individuos, por encima de sus diferencias culturales y sociales, en un intento por romper con la historia hegemónica de una cultura dominante” [12], afirma la Licenciada en sociología y doctora en educación,Catherine Walsh.

Actualmente, el problema se genera a partir de que en el campo educativo se pone muchísimo acento en conseguir la aceptación de la diversidad cultural, pero sin tener en cuenta que parándose desde ese lugar, se está haciendo implícitamente, una invitación a la aceptación de la desigualdad (social) y de la diferencia, como otra consecuencia natural de la diversidad cultural .

Desde estas consideraciones algunos autores, como por ejemplo el pedagogo Peter McLaren, se oponen a tratar el tema de las diferencias como sinónimo de diversidad, dado que, según sostiene, “la diversidad es una noción liberal que habla de la importancia de sociedades plurales, pero administradas por los grupos hegemónicos que son los creadores del consenso, en definitiva los que establecen quiénes entran en el “nosotros” y quiénes en los “otros” desiguales e inferiores”.

Es por eso es que la escueladebe ponerse nuevos objetivos acordes a las realidades sociales de nuestro tiempo. Los docentes tienen que afrontar nuevos retos para los que no están preparados y para los que el sentido común, como en este caso, les juega una mala pasada cayendo en acentuar aún más las diferencias y desigualdades para los alumnos de otras culturas. “La educación en general debe ayudar a relativizar las propias concepciones y abrir el camino a la perspectiva pluralista e intercultural de la que hablamos” . Sin embargo, en muchos casos, termina cayendo en dogmatismos cuando exige al alumno aprender las “verdades” escritas en los libro en vez de generar espacios de aprendizaje, discusión y aceptación de la realidad que los rodea, desde el reconocimiento de idéntica dignidad humana e idénticos derechos cívicos, políticos y sociales en el otro.

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