Es importante resaltar el buen nivel de la educación que hoy se desarrolla en Pitalito, orientada por un Alcalde que le apuesta a la Educación, pero sobretodo con la sapiencia del secretario Helmer Ordoñez, hombre muy humilde y de gran sabiduría para el tratamiento con todas las personas que llegan a su alrededor.
Practica la filosofía de la tolerancia y la alteridad para el beneficio de una comunidad muy heterogénea, ya que a Pitalito llega gente de toda Colombia, convirtiéndolo en un municipio de interculturalidad.
Un ejemplo muy importante consistió en la selección de los maestros en provisionalidad, vinculados según su especialidad, sin padrinos políticos, sólo por calidad demostrada, haciendo que la elección del talento humano brille en la educación, la cual es determinada por varias dimensiones de carácter pedagógico.
La primera es la eficacia, porque la educación de calidad logra que sus alumnos aprendan lo que verdaderamente está establecido en los planes y programas curriculares. El énfasis se encuentra en que además de asistir a clases, los estudiantes aprendan por su paso por el sistema.
Una segunda dimensión se refiere a qué es lo que se aprende y su pertinencia en términos individuales y sociales. En este sentido una educación de calidad es aquella cuyos contenidos responden adecuadamente a lo que el individuo necesita para desarrollarse como persona, intelectual, afectiva, moral y físicamente en los diversos ámbitos de la sociedad.
Una tercera dimensión es relacionada con procesos y medios que el sistema le brinda a los estudiantes para el desarrollo de su experiencia educativa, y le brinda a sus estudiantes un contexto físico adecuado para el aprendizaje, un cuerpo docente convenientemente preparado para la tarea de enseñar, buenos materiales de estudio y de trabajo, estrategias didácticas adecuadas para que el proceso brille por si solo.
Este es el Pitalito que rompe los diferentes paradigmas de la educación e integra a todas las personas que llegan a esta gran comunidad con el sentido de pertenencia de poder sobrevivir.
Al respecto, Schmelkes dice que en este escenario, la educación intercultural significa trabajar en lo educacional para lograr tres niveles de desarrollo cognitivo, afectivo y social, mediante dos saltos epistemológicos fundamentales. Lo primero es buscar que los alumnos de grupos culturales minoritarios conozcan los aportes de sus grupos de procedencia, sobre todo aquellos con quienes comparten territorio. El segundo nivel es reconocer como valiosos esos aportes culturales y respetarlos. Para ello es necesario que conozcan también los aportes de su propia cultura, contrastarlos y compararlos.
El salto epistemológico entre conocer y reconocer, conduce a valorar e identificar como propia del ser humano la construcción de la cultura que caracterizará su ser, estar e interactuar con el mundo y los demás a partir de su entorno y necesidades. El tercer nivel es llegar a comprender que en la diversidad estriba la riqueza, la propia como individuo y la de su grupo.
Estos niveles de integración cultural se vienen logrando con la educación incluyente en todos sus niveles, para lograr una comunidad activa y pujante.
De esta manera se puede decir entonces que la opción intercultural considera a la escuela como un lugar de encuentro entre culturas y como un ámbito privilegiado para el aprendizaje de las exigencias actuales y es el espacio que permite la educación, la preparación de los niños y las transformaciones individuales y sociales para enfrentar los futuros retos, ya que en este espacio inciden maestros, padres de familia, directivos y comunidad.