* Existe una correlación entre la subida de la tasa de criminalidad y la llegada de inmigrantes. Con los datos en la mano, es cierto que los inmigrantes delinquen más que los nacionales. Sin embargo, el estudio de FEDEA encuentra varias razones que explican la mayor tasa de delincuencia entre comunidades extranjeras, la mayoría de ellas, socioeconómicas: los inmigrantes sufren los mayores índices de desempleo y tienen los ingresos y niveles de estudios más bajos.
"Es una falacia pensar que por el hecho de ser inmigrante se delinque más", coincide Elisa García España, autora de ‘Inmigración y delincuencia en España: análisis criminológico’. "Al extranjero se le coloca en una situación de riesgo delictivo, porque está en los sectores más bajos y, a la vez que tiene la necesidad de subsistir, no tiene el arraigo social que le inhiba de hacerlo", explica.
No obstante, no es sólo la difícil situación en la que viven muchos inmigrantes la que explica una mayor tendencia a cometer delitos. Según apuntó Giulio Zanella, profesor de economía en la Universidad de Siena al estudiar el informe, los extranjeros delinquen más porque son una población fundamentalmente joven (entre los 20 y los 50 años) y masculina, o sea, el nicho sociológico más propenso tradicionalmente a cometer crímenes. Ésta es una opinión compartida por numerosos expertos en la materia.
A pesar de las conclusiones del informe, hay otros especialistas, como Daniel Wagman, que recuerdan que, tras las cifras oficiales, se encuentran complejas realidades, que quedan lejos del simplón binomio delincuencia-inmigración. Por ejemplo, la de los inmigrantes detenidos por falta administrativa (o sea, por no tener la documentación en regla) o por falsedad documental derivada de su situación de irregularidad. O la de los sospechosos de haber cometido un delito, contabilizados como personas detenidas, aunque más tarde se demuestre su inocencia.
En este sentido, García señala que cuando se habla de "detenidos" el concepto que llega a la opinión pública es el de "delincuentes". Además, esta autora, al igual que Wagman, opina que la Policía ejerce un mayor control social sobre el colectivo inmigrante, fácilmente identificable y estigmatizado precisamente por el discurso que lo asocia a la delincuencia, convirtiéndolo en un "blanco fácil".
* Los inmigrantes delinquen menos hoy que hace cinco años. A pesar del ligero incremento de la tasa de criminalidad en nuestro país, Pablo Vázquez , director ejecutivo de FEDEA y uno de los autores del informe, señala que, en el colectivo inmigrante, ésta "ha caído sustancialmente en los últimos cinco años". "Los inmigrantes que llegan hoy cometen menos delitos que los que llegaron en el pasado", señala. Para Vázquez, el origen de este buen dato debe buscarse en cierto éxito de la política de integración: el informe de FEDEA hace hincapié en la importancia que tiene el grado de arraigo de la comunidad extranjera a la hora de inhibir las conductas delictivas. García coincide con las conclusiones del informe en este punto, pero ella encuentra una explicación diferente a la disminución de los crímenes: la progresiva feminización de la inmigración. Sea como sea, con esta tendencia, la brecha entre españoles y extranjeros se hace cada día más estrecha: al aumento de la delincuencia experimentado en los últimos años han contribuido ambos colectivos, no solamente los inmigrantes.
* La tasa de criminalidad de los extranjeros es menor que en otros países de Europa. España, uno de los países con menor número de crímenes por habitante, ha experimentado la llegada de la inmigración más deprisa que sus vecinos europeos. "Con un aumento de la inmigración de un 350 por ciento en muy poco tiempo, la delincuencia sólo ha subido un dos por ciento", señala Vázquez. En este sentido, la discutida correlación entre inmigración y criminalidad es baja con respecto a otros países de la Unión Europea, como por ejemplo Francia.
* Las soluciones no son ni jurídicas ni penales. La propuesta del informe para afrontar las tasas de delincuencia entre inmigrantes no pasa por soluciones jurídicas o policiales (una vez más), sino por actuar en las raíz de la delincuencia, es decir, en las causas de desigualdad económica y laboral que subyacen en la relación entre crimen e inmigración. También Elisa García comparte esta visión. "Siempre es más útil actuar sobre los agentes de control social informal, con inyecciones económicas en los colegios o las barriadas más deprimidas", indica.