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Inmigrantes hacen cola para obtener documentos ante la Comisaría de Policía de Bilbao |
Los extranjeros suman ya el 5% de la población total de la comunidad.
A pesar de la dureza que supone emigrar de tu país para buscarte la vida en tierra extraña, tres de cada cuatro inmigrantes que viven en el País Vasco aseguran que volverían a hacer lo mismo si pudieran dar marcha atrás a sus vidas. Es decir, que no se arrepienten de haber dado el paso. Incluso seis de cada diez tienen la idea de quedarse definitivamente, de echar raíces y de establecer su proyecto vital para siempre en Euskadi.
Estas son algunas de las conclusiones que arroja la primera macroencuesta realizada en la comunidad, en la que se pregunta directamente a los inmigrantes por su situación, sin abordar la percepción de la población autóctona con relación a la presencia de extranjeros. El Observatorio vasco de Inmigración-Ikuspegi, creado entre el Departamento de Vivienda y Asuntos Sociales y la Universidad del País Vasco (UPV) es el que ha elaborado este exhaustivo estudio, que arroja una nítida fotografía acerca de cómo se sienten los inmigrantes que viven en Euskadi, su grado de integración, sus proyectos de futuro y su situación laboral y familiar. La encuesta se realizó entre noviembre del año pasado y marzo de este, y se entrevistó en persona a 3.101 personas, que engloban a las 17 nacionalidades más representadas en Euskadi y que en su conjunto abarcan al 80% de los inmigrantes. Los autores estiman que el número total de personas extranjeras residentes en la comunidad oscilará entre las 106.155 y las 109.263, lo que supone entre el 4,95 y el 5,10% del conjunto de la población.
El retrato que ofrece, en líneas generales, es el de unos inmigrantes satisfechos con el trato que reciben por parte de la sociedad vasca; la mayoría no se siente discriminado ni rechazado; hasta un 65,9% declara que se siente bien integrado y el conjunto parece encontrarse bastante satisfecho con su vida en Euskadi, ya que en una escala del 1 (lo peor) al 10, dan un 6,96.
Aunque la tónica dominante en la encuesta es de satisfacción, hay algunos colectivos que lo reflejan menos. Es el caso de los rumanos, que son los que más bajo califican todos los aspectos y los menos deseosos de quedarse. El hecho de que su situación laboral sea complicada pese a estar en la UE, al precisar de una autorización especial para trabajar por cuenta ajena, influye en que su percepción sea más negativa.
En cuanto a la situación administrativa de los inmigrantes, un 22,8% se encuentra en situación irregular y un 8,9% no está empadronado. Siete de cada diez tienen una ocupación laboral y el 17,8% está en paro. La mitad de los inmigrantes cuenta con unos ingresos inferiores a los 1.000 euros. Un dato llamativo es que uno de cada tres extranjeros en Euskadi es una mujer latinoamericana. Su principal nicho de trabajo se halla en el servicio doméstico y en la atención a ancianos.
Más integrados y respetados que discriminados.
Las asociaciones de inmigrantes consultadas coinciden en que la sociedad vasca es amable con las personas extranjeras. Los países del África negra y, dentro de América Latina, Colombia, son las regiones de las que provienen los ciudadanos que se sienten menos integrados y más discriminados. Marchasso Mané, miembro de la Asociación de emigrantes guineanos en Euskadi, lo atribuye a que “a raza y la cultura negra son las más diferentes”.
Subraya que el continente africano ha tenido poca relación histórica con España, al contrario que con Francia o Portugal. “Por eso se nos acepta menos que a los latinoamericanos, con los que los vínculos históricos son muy fuertes”. Aun así, recalca que nunca se ha sentido aquí discriminado, sino “respetado”.
Con una cultura más cercana y una lengua en común, las personas latinoamericanas aparecen en el estudio como las más integradas. Sin embargo, los colombianos se sienten más discriminados y rechazados que el resto de latinos. “Somos muchos más en España y venimos precedidos de estereotipos negativos que otras nacionalidades no sufren, aunque sus características sociales sean parecidas, y eso crea prejuicios. Se nos tilda de delincuentes, violentos, narcotraficantes…”, opina Marta Lucía González, presidenta de la Asociación Hispano-Latinoamericana del País Vasco (AHISLAMA).
La colombiana apunta además importantes diferencias culturales que dificultan la integración de sus paisanos: “Somos más colectivistas, frente al individualismo que prima en Europa; respetamos más las jerarquías y el poder, por lo que nos desconcierta siempre que se utilice el tuteo… En general, la sociedad vasca nos parece distante, rígida, con una comunicación directa que podemos percibir como agresiva”. Aun así, González destaca que se siente “querida y respetada”. “La gente conmigo es maravillosa, y cuando nos conocen se disipan las diferencias culturales”, concluye.
Mientras que los habitantes del África negra ven su futuro en Euskadi, “porque la situación política de sus países no es estable”, explica Mané, casi un tercio de los latinoamericanos espera volver a su país. “Nuestros vínculos afectivos y sociales son muy fuertes, y tenemos un gran sentido de pertenencia al lugar en que nacimos”, señala González.
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