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«Si no tienes la cabeza centrada, la emigración te puede desbordar»
Eguna: 07.02.2012 | Iturria: www.elcorreo.com

Henry Quiroga posa en la céntrica Plaza Moyua, frente al Hotel Carlton.: Luis Ángel Gómez.
«Es importante reconocer las virtudes y valores de los que trabajan por la igualdad y por un mundo mejor», dice el miembro de "Todos a una voz".

El pasado miércoles, en el hotel Carlton, la asociación "Todos a una voz" reconoció públicamente la labor de personas e instituciones que trabajan por la igualdad, la solidaridad y la integración, en especial, la de los sectores más vulnerables de la sociedad vasca. Francisco Montero, María Paz Giambastiani, Borja Elorza, Martha Lucía González, Íñigo Iturrate, Miguel González y la ONG Solidaridad Internacional fueron galardonados por su labor profesional o su talento personal para luchar contra la adversidad, la exclusión y la diferencia de oportunidades.

La asociación que organizó el evento se creó hace dos años y está integrada por «ciudadanos activos», como ellos mismos se definen. Personas de distintos continentes que tienen «inquietudes sociales» y un «gran interés en ejercitar la convivencia plena, a pesar de las diferencias que existen entre unos y otros». No es raro verles en alguna residencia de ancianos, regalando su tiempo y alegría a los mayores, y tampoco resulta extraño que se acerquen a los enfermos, los diferentes y los olvidados.

«Creemos en el aporte grandioso de la diversidad y reivindicamos el respeto», subrayan desde la entidad, en la que también se valoran los sentimientos más nobles, como el amor, al que le han dedicado incluso un congreso. Precisamente de aquí vienen los premios que se entregaron hace unos días en Bilbao. «Son reconocimientos a las virtudes y los valores», explica Henry Quiroga, miembro de la asociación y portavoz del congreso. Originario de Palmira Valle, Colombia, Henry llegó a Bizkaia en 2007. Vino acompañado por su hijo, que por aquel entonces tenía 7 años, para reunirse con su exmujer. «En ese momento estábamos juntos -aclara- pero después nos separamos. Ella es de aquí y se había venido un año y medio antes que nosotros. Creo que el tiempo, la distancia y el cambio cultural hicieron mella. Si no tienes la cabeza centrada, la emigración es una experiencia que te puede desbordar».

Sin embargo, Henry decidió permanecer aquí. Se ha enamorado del País Vasco y de su gente, y no se plantea volver. «Es verdad que en mi país tengo a mi madre, mi hermana y mi sobrina, pero lo más importante de mi vida es mi hijo. Él está aquí conmigo, es feliz y yo también. Me encanta esta tierra, el verde y el mar, la amabilidad de las personas, la estupenda gastronomía y la organización que tienen los vascos para todo. Vivo encantado», remarca este experto en finanzas y negocios internacionales que se gana la vida en el sector de la seguridad.

«Estudié Finanzas, pero no me dedico a ello. La carrera no me sirvió de nada cuando emigré por primera vez a Ecuador. Aun así, tuve la oportunidad de prepararme en el área de la seguridad, y me gustó. Regularicé mi situación administrativa, empezaron a contratarme como escolta y asistente operativo y llegué a ser supervisor en una empresa del ámbito», resume. Paradojas del destino, fue esa experiencia, y no la académica, la que le dio acceso al mercado laboral en Euskadi. «Sigo trabajando en lo mismo, aunque de un modo diferente. Allí coordinaba la logística de los operativos de seguridad y tenía a unas 600 personas a mi cargo. Aquí soy simplemente un guardia», compara. «El modo de entender el trabajo y lo que se espera de uno varía mucho de un sitio a otro porque los contextos también son distintos». Para él, «cambiar de país te pone a prueba y te hace crecer. Te endureces, porque estás solo para todo, pero también te sensibiliza, ya que estás más expuesto a la vida», concluye.


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