Aprendiendo a Convivir EDEXTwitter



















ActualidadListas todasBuscar noticiasBoletínDerechos de autor

La autoestima golpeada.
Eguna: 10.06.2008 | Iturria: EL CORREO

Apoyo. María Ochoa en el taller en el que atiende a jóvenes extranjeros.
Fuente foto: Jordi Alemany
Hace siete años, cuando María Ochoa se integró en el centro educativo de la Fundación Adsis, la presencia de un joven marroquí suponía la excepción de un servicio destinado a muchachos que precisaban apoyo para su entrada en el mercado laboral. En la última convocatoria, los inmigrantes constituyen la inmensa mayoría y el número de solicitantes no deja de crecer. Hoy, hasta los talleres bilbaínos donde imparte su enseñanza esta entidad acuden inmigrantes latinoamericanos, africanos, de Europa del Este y Pakistán. Los hay que llegaron solos, en patera o escondidos en los bajos de un camión, y también están aquellos que abandonaron sus propios negocios o el ejercicio de una profesión para probar suerte en España. «Es muy duro empezar de cero, pasados los 30 años y con cargas familiares».

La inmigración es un fenómeno en auge y numerosas ONG y asociaciones brindan su apoyo fundamentalmente en el ámbito del asesoramiento legal y la capacitación laboral. El programa de ayudas ‘País Vasco. Un alma Solidaria’, impulsado por EL CORREO con la colaboración de la Asociación de Municipios Vascos Eudel, el Departamento de Asuntos Sociales y Vivienda del Gobierno vasco y Caja Laboral, incluye entre sus supuestos beneficiarios a quienes trabajan por su integración, un proceso complejo y esencial para reforzar la cohesión social.

«No se trata de impartir una materia sin más, sino de ayudar en la acomodación  completa a un lugar nuevo», añade la especialista. En Adsis, los nuevos  ciudadanos pueden aprender soldadura, fontanería, electricidad, pero también mejorar su dominio de la lengua o los cálculos matemáticos, a tramitar documentos, ya sea el de desempleo o la baja por enfermedad, aprender a gestionar los conflictos con compañeros o, incluso, saber actuar en esos tensos momentos en los que el jefe levanta la voz.

«Si la persona tiene ganas de adaptarse, puede hacerlo perfectamente », defiende Ochoa, aunque reconoce que hay muchas diferencias según el origen. Los que llegan desde el otro lado del Atlántico suelen contar con el respaldo de familiares, al igual que los rumanos, favorecidos por su flamante condición de miembros de la Unión, mientras que los magrebíes son, a menudo, adolescentes y no tienen a nadie que les espere en su destino, al igual que ocurre con los subsaharianos. «Pero no suelen ser aventuras personales», puntualiza. «Generalmente, son inmigraciones solidarias porque mantienen los vínculos con sus comunidades, envían dinero cuando pueden y también luchan por la traer a los suyos».

La deserción de los cursos es menos frecuente entre los más jóvenes, para quienes van destinados los de iniciación profesional. Los extranjeros no tienen posibilidad de conseguir el permiso de trabajo, accesible tras tres años de estancia, y los autóctonos carecen de premuras y gozan del respaldo familiar. Entre los adultos, resulta crucial el primer mes en los programas de formación ocupacional. «Vienen animados con la expectativa de lograr empleo, pero se dan cuenta de que nadie se lo asegura, que son siete horas diarias y tal vez la mitad no llegue a realizar las prácticas porque han de hacer frente a gastos, quizás a mantener esposa y unos hijos».

Agradecidos

Según confiesa, hay que combatir los prejuicios de los empresarios que desconfían de los trabajadores foráneos, pero también luchar contra los miedos de quienes temen ser explotados y atisban constante ramalazos xenófobos en los ojos del cobrador del autobús y la cajera del supermercado. «Muchos llegan con la autoestima golpeada, sospechando que, al final, nadie les va a querer emplear, cuando la realidad es que, cada vez más, las firmas no reparan en la nacionalidad del aspirante».

Ochoa conoce la experiencia de los menores no acompañados que llegan derivados de centros de acogida y pisos tutelados por la Diputación. Algunos relatan su peripecia como una aventura, pero, cuando superan sus limitaciones expresivas, propias de la adolescencia y el escaso dominio del idioma, se refieren a la añoranza, a una madre y hermanos que quedaron al otro lado del Estrecho. «La verdad es que son muy agradecidos, aunque no sepan transmitir sus sentimientos».

Existe cierta alarma social en torno a esos muchachos de rasgos norteafricanos que deambulan por la calle y abunda la opinión de que su incremento derivará en mayor delincuencia y toxicomanías. Pero, a pesar de su corta edad, el riesgo de la soledad o las posibles carencias afectivas, la educadora confía en la intención común de esforzarse para salir adelante. «Aquí no hemos tenido ningún caso de adicciones », indica y señala que tales problemas afectan en mayor medida a los autóctonos. «Además, nosotros trabajamos en pequeños grupos, bien controlados, pendientes de horarios y, claro, también hay que tener en cuenta que los jóvenes son moldeables, tanto para lo malo como lo bueno».

En cualquier caso, reconoce que el proceso de incorporación es duro. «Hay que ser muy fuerte para ser inmigrante», apunta. Superar el duro trance de la integración, social y laboral, tan sólo culmina con la obtención de un permiso de trabajo. «Estarían bien concederlo, pero tenemos que ser realistas, la ley es la ley». A su juicio, apoyos como los que proporciona Alma Solidaria son muy necesarias. «Porque el número de solicitante crece y hay que darles una respuesta», alega. Y aduce que los programas también combaten la alarma social generada por la imagen de extranjeros desocupados que deambulan sin rumbo por las calles. «Ahora bien, soy partidaria de las ayudas con contraprestación, que se precise la instrucción para que ni nativos ni extranjeros se enganchen a los subsidios y pierdan la conciencia de que ellos pueden dar algo».

También reclama más información para las empresas. «Han de saber dónde asesorarse sin necesidad de hacer largas colas». En ese proceso de integración, considera oportuna la creación de espacios de enseñanza y ocio para autóctonos y foráneos, o el mantenimiento de la aportación de los voluntarios. «¡Es importante encontrar quién disfruta entregando su tiempo, incluso para los inmigrantes, que también pueden sentirse bien ayudando a otros como ellos!».

Lotura duten URL helbideaks:

 EDEX 2007-2015