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Valientes y cobardes.
Eguna: 07.05.2008 | Iturria: ABC

Norte de África y Oriente Medio.
Fuente: www.lib.utexas.edu
Dos países de la Unión Europea, Dinamarca y Holanda, anunciaron ayer que cierran sus embajadas en Kabul y en Argel y recomiendan a sus ciudadanos que salgan de estos países o al menos abandonen sus residencias habituales.

Los diplomáticos seguirán ejerciendo su labor desde localizaciones secretas. Todo se debe a las informaciones que con gran certeza y detalle hablan de la inminencia de ataques terroristas del islamismo radical contra sus sedes y compatriotas. Holandeses y daneses se han caracterizado en estos últimos tiempos como los estados europeos que con mayor energía han defendido dentro y fuera de su territorio la libertad de expresión y su decisión de autodefensa frente a los intentos de intimidación y las amenazas de muerte de islamistas radicales llegados a Europa desde Oriente Medio y Asia en los últimos años y décadas pero también criados en sus sociedades democráticas y tolerantes. No son los que ahora se esconden, ni mucho menos, los más cobardes. Otros que no creen en nada nos quieren vender cambalaches entre la libertad y el miedo. Son eso, cambalaches.

Islamistas huidos de sus países por la miseria económica y social generada por los estados fallidos de los que proceden o por la represión política y religiosa de las dictaduras que los dominan, han jurado venganza a las democracias que los han acogido, que les han dado trabajo y seguridad jurídica y que han consentido que crearan guetos que, por inercia, se han convertido en comunidades en las que lejos de aplicarse las leyes de igualdad, libertad y transparencia civil, son focos del odio, el resentimiento y la intolerancia. Mientras luchan y pierden la vida soldados de la OTAN, también españoles, en lugares remotos como Afganistán o Irak, para reconstruir sociedades destrozadas, soldadesca del islamismo amenaza a estas fuerzas pero también a Europa, donde el islamismo se alza contra las instituciones y los valores de las sociedades que les dieron prosperidad y cobijo.

Cada vez es más patente la falta de reciprocidad en la buena fe entre el islamismo y la sociedad abierta. Cada vez es más obscena la agresividad que tantos inmigrantes islamistas, de primera, segunda o incluso tercera generación, expresan hacia las democracias occidentales.

Pero no puede haber renuncia a los principios de la mejor sociedad en libertad jamás habida. Ha llegado el momento de poner pie en pared y dejar claro que ha sido y es la civilización basada en la libertad del individuo, de su conciencia y responsabilidad, la única que ha logrado situar el listón de la felicidad y la prosperidad donde se halla actualmente en los países más ricos. Es la cultura basada en el debate y la pugna por el saber, la compasión y el respeto incuestionable a la persona como ser irrepetible. Es el momento de que estas sociedades triunfantes y prósperas adquieran la percepción del riesgo que suponen una vez más las ofensivas del enemigo y por tanto de la concienciación de la necesidad de adquirir capacidad de autodefensa. Cuando en Dinamarca u Holanda hay ciudadanos que temen por sus vidas y se esconden aterrados como los diplomáticos de esos dos países en Kabul o Argel es que es Europa entera la que debe temer por su seguridad y su libertad. Ha estado en Madrid estos últimos días Robert Redeker, un filósofo que a raíz de un sólo artículo en el diario «Le Figaro» sobre el islamismo se convirtió en refugiado y paria en su propio país. Acaba de publicar su experiencia en «Atrévete a vivir» (editorial Gota a Gota). Las amenazas de muerte que recibió le obligaron a vender su casa, a cambiar de ciudad de residencia en Francia, a esconderse para no correr la misma suerte que el director de cine Theo Van Gogh. Cada vez son más los individuos que pagan su dignidad con terror y los países que han de tomar medidas como Holanda y Dinamarca sin la masiva solidaridad que merecen de todas las democracias occidentales. Cada vez hay más amenazas y, quizás sea lógico, cada vez hay más cobardes.

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