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«Los niños son listos, saben convivir mejor que nosotros»
Eguna: 27.02.2012 | Iturria: www.elcorreo.com

Lotfi vivió en Alemania antes de llegar a Euskadi. :: L. A. GÓMEZ
«Todos tenemos algo que enseñar y mucho que aprender», dice esta ingeniera en electrónica marroquí, que llegó a Euskadi hace un lustro.

Laura Caorsi

Hanane Lotfi es marroquí, de Rabat, y llegó al País Vasco hace cinco años en compañía de su esposo. «Nos trasladamos aquí por su trabajo», explica ella, aunque matiza que no vinieron desde el sur: antes de vivir en Euskadi, Hanane residió en Alemania. «Viví allí ocho años, porque había ido a estudiar. Después de acabar la carrera, nos mudamos a Getxo», sintetiza esta ingeniera en electrónica.

La imagen de una mujer marroquí y de fe musulmana discurre en su caso en paralelo con la de una profesional plurilingüe que ha viajado y se ha formado en Europa. Hanane lo sabe. Es consciente de las luces y las sombras que se proyectan sobre la diversidad religiosa, de procedencias e idiomas y, en consecuencia, sobre la convivencia multicultural. «La idea de que las mujeres musulmanas estamos doblegadas y sometidas está muy asentada en ciertos sectores de la sociedad, donde nos perciben como unas pobres personas sin opciones -dice a modo de ejemplo-. Y no es verdad. Hace falta información rigurosa, veraz y de primera mano para entender que somos iguales», remarca.

Fue, precisamente, esta reflexión el germen de la Asociación Schams, un colectivo que se creó en 2010 y que Hanane preside desde entonces. «Nuestra meta principal es la integración de todas las personas: inmigrantes y vascas, jóvenes y ancianas, de unas religiones y otras, sean como sean y vengan de donde vengan», explica. Sin duda, es un proyecto ambicioso, «pero no imposible. Lo único que hace falta es querer saber de los otros, interesarse por los demás, generar espacios de encuentro y tener claro que siempre podemos enriquecernos con el intercambio. Todos tenemos algo que enseñar y mucho que aprender».

Hanane también sostiene que son más las similitudes que las diferencias, aunque se suela enfatizar siempre en estas últimas. «Hay cosas que compartimos todas las mujeres del mundo, más allá de donde hayamos nacido. Si tenemos hijos, nos preocupa su salud y su educación. Si estamos en pareja, nos interesa que nos quieran bien. Si trabajamos, queremos que nos valoren... Las preocupaciones fundamentales son las mismas, y los problemas a los que nos enfrentamos, también».

«El pañuelo, una elección»

En su opinión, «es muy importante que unos y otros tengan la oportunidad de explicar su cultura, su religión o su manera de entender el mundo. A diferencia de Alemania, donde no encontré reticencias a mi fe o mi pañuelo, aquí sí he notado que el gran problema es la diferencia religiosa. Hay personas, sólo algunas por suerte, que no quieren acercarse a una mujer musulmana y que siempre ponen una distancia, como si tuvieran miedo de algo. Por eso es importante que haya espacios de encuentro y reflexión, para que alguien como yo pueda contarle a los demás cómo piensa y cómo siente. Si yo uso mi pañuelo es porque quiero, no porque alguien me obligue a hacerlo», señala.

Para Hanane, una de las cosas más valiosas del País Vasco es «el amor que le tiene su gente a su propia cultura. Cuidan sus tradiciones, las explican, las comparten con los demás y las mantienen en el tiempo. Nunca he visto gente que sea tan cuidadosa con sus raíces y, realmente, me parece algo muy bueno». De ahí su interés en lograr más cercanía.

«Da igual que uses minifalda o pañuelo, que seas de un sitio o de otro. Si tienes a tu alrededor muchas personas con culturas diversas, lo mejor que puedes hacer es contarles cómo eres tú y aprender cómo son ellas. Obviamente, si te encierras en tu casa o sólo buscas relacionarte con gente que provenga del mismo sitio que tú, nunca podrás integrarte», dice Hanane, y añade que la clave de la convivencia no está tanto en los adultos como en los niños.

«Pienso que podemos convivir sin problemas, y que tenemos que prestar mucha atención a nuestros hijos. Por un lado, no deberíamos legarles esta "herida social", impidiéndoles que se relacionen con pequeños de otras culturas. Por otro, deberíamos aprender de ellos. Los niños son listos y saben convivir mucho mejor que nosotros».


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