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Contra el racismo, la xenofobia y la discriminación.
Eguna: 07.04.2008 | Iturria: DEIA.COM

EL racismo designa dos dominios diferentes de la realidad. Por un lado, un comportamiento, constituido por desconfianza, menosprecio u odio con respecto a personas que poseen características físicas o culturales definidas y diferentes a las nuestras. Por otro lado, una ideología, una doctrina concerniente a las razas humanas, una explicación, un poner orden en el caos de personas diferentes que poblamos el planeta. A este segundo aspecto, a esta parte doctrinal, se le suele denominar racialismo.

El comportamiento basado en la desconfianza, el miedo, el menosprecio hacia otros, es algo que viene de muy antiguo y, probablemente, tiene una extensión universal. Es el terreno de la xenofobia, de la fobia hacia el extraño. Estaríamos en el terreno del racismo cuando sobre la base de las diferencias existentes se adoptasen comportamientos morales o políticas encaminadas a discriminar, separar, someter, maltratar, o masacrar a los considerados diferentes o inferiores.

Si la clasificación de los humanos en grupos pudo estar basado en algún momento en cierto afán por conocer, cuestión incluso discutible, pues, tal y como señala Colette Guillaumin, "la idea de categorizar al género humano en entidades anatómico-fisiológicas cerradas es una cosa tan extraña que no puede dejar de sorprendernos que en su creación, y posterior adquisición de una creciente complejidad, no haya despertado grandes sospechas (Sexe, race et politique du pouvoir, l`idee de nature, 1.992), tenemos que concluir que el concepto de raza es
extremadamente impreciso". Así, podemos encontrarnos con apelaciones a la raza caucásica, que es una referencia geográfica; a una raza amarilla, que es una referencia cromática; a una raza braquicéfala, que hace referencia al esqueleto; a una raza latina, que es una referencia a un gentilicio histórico; de una raza aria, que es una referencia lingüística. Y podemos seguir con la raza judía, que para los propios nazis era una raza no física, sino mental, y así casi hasta el infinito. Y nos encontraremos con futbolistas de raza, periodistas de raza, cineastas de raza o bailarinas de raza y tonterías por el estilo, muy comunes en nuestros medios de comunicación, para expresar cuestiones como el carácter o la dedicación.

El racismo es polimorfo y cambiante. Como señala Todorov, "el discurso de los racistas de otra época insistía en las diferencias de las características físicas de los seres humanos entre sí; el imperante en nuestros días sólo reconoce abiertamente las diferencias de orden cultural...". El racista de antaño creía en la superioridad de determinadas razas. Hoy por hoy, se contenta con insistir sobre la infranqueable distancia que separa a unas razas de otras. Finalmente, antaño se aspiraba al sometimiento de otras razas (o a su eliminación, en el caso extremo de
Hitler); hoy se quiere su alejamiento, su reenvío a sus países de origen (si no quiere adaptarse a nuestras costumbres que se marchen) (El hombre desplazado. Tzvetan Todorov)

El racialismo moderno insiste en la afirmación de que si bien no pertenecemos a razas diferentes, la comunicación entre culturas es imposible y que el contacto es perjudicial. Es un tipo de racismo que hipervaloriza las diferencias culturales; las hace irreductibles; hace incompatibles las tradiciones y las formas de vida diferentes; busca preservar a toda costa la homogeneidad cultural y rehuye el contacto y el cambio y detesta la relación y la mezcla. Y aunque no se suele afirmar, al menos explícitamente, la superioridad de una cultura sobre otra, se suele negar la posibilidad de cohabitación intercultural.

Pero también otras formas de racismo son muy operativas y están presentes en sociedades como la nuestra, más específicamente el racismo institucional y el racismo social. El primero tiende a la construcción de un conjunto de normas y leyes que institucionalizan la discriminación, la diferencia de derechos entre las personas en función de su procedencia, naturaliza esa discriminación y la vuelve cotidiana y asumida por el conjunto de la sociedad. El segundo, tiende a etnificar, a racializar los problemas sociales (el paro, la delincuencia, la escasez de viviendas asequibles, etc), designando a un grupo humano como causante de esos problemas (a los inmigrantes, a los gitanos, a determinadas categorías de extranjeros), aunque en general ese grupo humano es a su vez tan víctima como cualquiera de esos problemas.

Si el racismo es polimorfo, también el combate contra él, que tendrá que abarcar el terreno de las ideas, la denuncia de los comportamientos y las políticas que tienden a institucionalizarlo y naturalizarlo. Y tendremos que propugnar y reivindicar la igualdad como un valor, que en nuestro país, todas las personas, sean cuales fueran sus características, tengan los mismos derechos. Y acabo con unas palabras de Todorov: la igualdad, en derechos y dignidad, de todos los seres humanos es nuestro ideal, porque podemos argumentar razonablemente que es superior a cualquier otro ideal, no porque las personas sean de hecho iguales.

* SOS Arrazakeria-SOS Racismo

-El racialismo moderno insiste en que si bien no pertenecemos a razas diferentes, la comunicación entre culturas es imposible

-El comportamiento basado en la desconfianza, el miedo... es algo que viene muy de antiguo. Es el terreno de la xenofobia

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