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¿Segregación o integración?
Eguna: 28.09.2009 | Iturria: EL CORREODIGITAL

Foto: Vincens Giménez
Los centros de Cataluña a los que se envía a los niños inmigrantes para aprender el idioma antes de entrar en la escuela, una experiencia única en España, suscitan la polémica

Mónica Bergós/Barcelona. Mandeep tiene 16 años. Hace un mes que aterrizó en la localidad tarraconense de Reus procedente de Kapurtala (India). Lleva gafas y una graciosa trenza de pelo negro azabache. Es estudiosa y sueña con ser médico. Se hace entender en inglés, aunque su lengua materna es el panyabí. Ahora aprende sus primeras nociones de catalán en el Espacio de Bienvenida Educativa (EBE) "Alberich y Casas". Dice que le «gustan mucho las clases», sobretodo cuando llega la hora del juego y asegura sonriente que «las profesoras son muy simpáticas». En Cataluña se ha reunido con el resto de su abultada familia de diez miembros: sus padres, sus hermanos, sus primos y sus tíos. Todos ellos viven en Reus. Algunos también han pasado por este colegio.

Los centros especiales para alumnos inmigrantes, que funcionan en Cataluña con el nombre de Espacios de Bienvenida Educativa, son un caso único en España. Entraron en marcha el pasado mes de octubre, con el inicio del curso escolar. Acogen a menores de entre 8 y 16 años llegados al país con las clases comenzadas y permanecen abiertos en verano. Su objetivo es instruir a los alumnos inmigrantes en lengua y cultura catalanas durante un periodo máximo de un año para facilitar su incorporación a colegios e institutos, después de esta primera fase de acogida. Tienen su referente, dentro del marco europeo, exclusivamente en Finlandia. Su instauración no ha estado exenta de polémica. Han sido fuertemente criticados por diferentes entidades sociales pues se argumenta que suscitan la «segregación» del alumnado extranjero.

Hay tres EBE en Reus y uno en Vic (Barcelona). Dos poblaciones con elevados flujos de inmigración. Son los únicos que por el momento han sido implantados, aunque se planea la próxima apertura de un nuevo centro en Cornellá, muy cerca de Barcelona. Desde el Departamento de Educación de la Generalitat, Joan Badía, director general de Innovación, califica de «muy positivo» el balance de estos primeros meses de funcionamiento. «Los alumnos que se incorporan a las escuelas e institutos tras pasar por los centros de bienvenida lo hacen con un mejor conocimiento del sistema educativo y mayores nociones de la lengua catalana, lo que repercute en una mayor facilidad para comunicarse con sus compañeros», señala Badía.

Sus palabras son corroboradas por Rosa Lajusticia, docente en el EBE "Alberich i Casas" de Reus. «Los niños adquieren mayor seguridad para enfrentarse a un entorno muy diferente al de su país de origen». Lajusticia añade otra ventaja fundamental: la implicación de las familias en la vida escolar de los chavales. «Los padres de los alumnos inmigrantes participan ahora mucho más en las reuniones con los profesores». La atención a los estudiantes es más personalizada que en las escuelas e institutos -suelen coincidir un máximo de 20 alumnos-, lo que permite también ocuparse de sus familias. Los trabajadores sociales de estos novedosos servicios acompañan a los padres a realizar gestiones burocráticas, como la tramitación de la tarjeta sanitaria, o les atienden en problemas acarreados por los desbarajustes de la inmigración.

Talleres y visitas

En los Espacios de Bienvenida Educativa, que dependen de los ayuntamientos y de la Generalitat, el horario de clases es de 9 de la mañana a la una de la tarde. La lengua vehicular es el catalán. Los talleres y actividades en el aula se complementan con salidas que permiten conocer la realidad social y cultural del municipio en el que el niño se encuentra, como las visitas a mercados o estaciones de tren. Se trata de ofrecer unas «primeras pinceladas de supervivencia» para que el niño pueda aprender a desenvolverse en su entorno, subraya Lajusticia.

¿Pero hasta qué punto un centro sólo para niños extranjeros no genera la segregación de este alumnado? Lajusticia es tajante: «no existe discriminación», sostiene. «Más segregacionista es que un niño extranjero llegue a un aula donde no se le puede atender, y que esté deseando salir de clase para escuchar a alguien que hable en su idioma», argumenta.

No opina lo mismo Begoña Sánchez, portavoz de la asociación SOS Racismo: «La concepción de este sistema es errónea porque segrega en vez de integrar. Se hace al margen del circuito del sistema educativo y sin haber valorado otros recursos que ya se pusieron al servicio de los inmigrantes». Sánchez hace referencia a las aulas de acogida, que en Cataluña como en otras comunidades, reciben al alumnado inmigrante dentro de los mismos centros de enseñanza. Unos espacios que, según señala Xavier Díez, portavoz del sindicato de profesores USTEC, «han tenido sus imperfecciones, pero cuyo funcionamiento ha ido mejorando en los últimos años». «Tendrían que reforzarse las aulas de acogida, pues siguen un modelo integrador y no disgregador como los EBE», asevera.

Un reciente informe del Parlamento Europeo recomienda evitar la creación de colegios especiales para niños inmigrantes con el fin de «impedir la formación de guetos». Ningún país europeo con grandes flujos migratorios, entre los que se incluye Reino Unido, Francia o Alemania, contempla la instauración de estos espacios separados de la red educativa. Al respecto la portavoz de SOS Racismo se muestra así de contundente: «Europa se usa cuando se quiere para justificar ciertas medidas, y cuando no interesa ni se la escucha», sentencia.

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