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Policías sin estereotipos
Eguna: 25.03.2010 | Iturria: EL PAÍS

Foto: Pradip J. Phanse
Asuntos Sociales imparte cursos en Arkaute sobre interculturalidad dirigidos a los distintos cuerpos. Los profesores reclaman luchar contra los prejuicios.

Inés P. Chávarri. Una veintena de alumnos, policías municipales de Vitoria, escucha con atención. El profesor acompaña cada frase con un enérgico movimiento de manos. “En el 96 nos encontramos con el fenómeno del inmigrante joven o menor, ahora la mujer sola”. Moufdi Kamel describe la realidad del que viene a ganarse la vida. Él, marroquí, fue uno de ellos. Ahora forma parte de la plantilla del Departamento de Empleo y Asuntos Sociales y es uno de los profesores que imparten los cursos de inmigración e interculturalidad en la Academia de Arkaute, dirigidos tanto a la Ertzaintza como a las diversas policías locales.

“El curso busca explicar algunas claves de la interculturalidad, en la medida en que la policía tiene funciones relacionadas con la convivencia y la gestión de conflictos. Resulta imprescindible incorporar unos conocimientos sobre los orígenes culturales que pueden estar desempeñando un papel importante en el desarrollo de problemas”, explica a EL PAÍS el director de Inmigración, Miguel González.

Las jornadas, eminentemente teóricas, de seis horas de duración, se estructuran en cinco bloques en los que se abordan desde los flujos migratorios y la percepción de los vascos sobre el fenómeno, a aspectos más concretos como el papel de la mujer, la religión o el ocio de estos colectivos. Los profesores son originarios de América Latina, el Magreb, el África negra y el País Vasco.

Todos coinciden en que el enemigo a batir son los estereotipos en una comunidad en la que viven 132.865 extranjeros, según el último padrón del Instituto Nacional de Estadística. Vizcaya es la provincia con mayor concentración (65.985 inmigrantes), seguida por Guipúzcoa (40.859) y Álava (26.021). Junto a Kamel, en un pasillo de Arkaute espera Bibiana Gómez, colombiana, a que termine la media hora de descanso para retomar el curso. Enfrente de su aula, un grupo de agentes recibe clases sobre dactiloscopia. Gómez asegura que se tiende a pensar en América Latina como un todo, cuando su característica principal es “la inmensa diversidad cultural, étnica, lingüística y religiosa”. Es lo primero que les enseña a sus nuevos alumnos. También les explica que la inmigración latina tiene un fuerte carácter femenino y buen nivel de estudios. Y les alerta de la imagen que puede tener un colombiano sobre la policía en función de lo que haya vivido en su país de origen.

Kamel asiente. “La gente no sabe nada sobre un país tan cercano como Marruecos. Es un gran desconocido”, recalca. Ha oído de todo —“país de camellos” y demás— o la excesiva religiosidad de sus habitantes. El profesor discrepa. “Los datos dicen lo contrario. La gente vive dentro de una comunidad, pero el grado religioso no se refleja en su discurso del día a día”.

Juan Carlos, un oficial de la policía de Vitoria, hoy alumno, descarta que los estereotipos sean decisivos a la hora de que un agente se relacione con un inmigrante. Ha visto muchos problemas de convivencia, pero asegura que ellos actúan cuando se comete una infracción y que los ciudadanos denuncian cuando se hacen las cosas mal, independientemente de si se trata de un extranjero o no. “Nos podemos encontrar con una aglomeración de vehículos mal estacionados en las inmediaciones de una mezquita pero también en el videoclub”, argumenta. Aún así, reconoce la utilidad de las clases que se imparten en Arkaute para “entender su cultura, sus costumbres y por qué se comportan así cuando vienen aquí”.

Los cursos comienzan con la intervención de la socióloga de la Academia, Elisa Pereda. Le gusta subrayar: “Esto no es algo puntual. No vienen aquí para estar dos meses e irse, vienen a quedarse entre nosotros”, recalca “en un principio piensan en volver, pero poco a poco afianzan sus relaciones sociales, traen a sus familias y entonces la idea es permanecer entre nosotros”.

Ya ha terminado el descanso. Los agentes entran a un aula de techos irregulares, iluminada con fluorescentes y pupitres de madera. Gómez ya ha pasado por allí; ahora le toca el turno a Kamel, quien antes de entrar a clase sentencia: “La soledad, el desarraigo, la inmigración se vive, no se explica”.


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